miércoles, 27 de julio de 2011

Digamos que hablo en singular...



Durante cada ocasión en la que pretendía pensar que tenía el control sobre lo que estaba sucediendo, sabía que pretendía bien, pero no sabía lo que estaba sucediendo. Cada imagen que representaba en mi cabeza de lo que podría pasar si seguía con lo que hacía me decía que debía dejar de verla. Imágenes de luces que merodeaban vacías y sin reflejo.
Mientras apenas intentaba abrir los ojos, mi aún ciega vista se veía invadida por una enorme cantidad de luces con una gran variación de intensidades. Todas estas luces que percibía no han sido nada más que reflejos que nacían de algún lugar que no me interesaba conocer, reflejos que aturdían mis sentidos con celos de su creador.
Tal descubrimiento me hizo darme cuenta que vivía en las sombras, donde no se generaba ni reflejaba iluminación alguna.

Vivía en las sombras de un mundo de reflejos.
Vivía en el único lugar donde no existían reflejos.
En el único lugar donde no se emitía luz.
En el único lugar donde no había luz que reflejar.

Aún así comencé a buscar algún reflejo de mi propia iluminación que pudiera observar. Busqué por todos lados hasta que encontré algo que podría reflejarme: un trozo de vidrio.
Lo intenté. Por arriba, por abajo, por un lado, dándole vuelta, colgándolo, pero nada. Jamás pude encontrar reflejo alguno por un trozo de vidrio que terminé, accidentalmente, quebrando. Todo lo que pude ver fue una imagen borrosa de aquello que sí podía ser reflejado.
Y me comencé a preguntar por qué he de brillar, si tal vez ese no es mi destino. El que viera tantas luces presumiendo su intenso brillo con un sinfín de reflejos me causaba tantos celos y angustia pero, el que haya luz, no quiere decir que yo también deba tener la mía propia.
Eso es, tal vez así estoy mejor, dejando de pensar en luces, y brillos, y arcoíris, y cuentos de hadas, para centrarme en donde estoy y no preocuparme por lo que no tengo.

No necesito buscar mi propia luz.
No necesito reflejar un estúpido destello.
No necesito que se reconozca mi existencia con un montón de reflejos inútiles.
No necesito basar la razón de vivir en los reflejos de mi propio brillo.
No necesito ser reflejado. He vivido sin ser visto, puedo continuar viviendo sin ser apreciado.

-Sólo quería encontrar, por lo menos, un reflejo que me dijera que, por fin, he obtenido mi luz propia.-